Las Fiestas de la Magdalena de Castellón son el emblema por excelencia de la ciudad. Las Fiestas Fundacionales, con las que se conmemora la bajada de los castellonenses desde la Magdalena hasta la Plana. Unos festejos en los que toda la ciudad sale a la calle con el objetivo de disfrutar con nuestra cultura, nuestras tradiciones y nuestro folklore. Tampoco debe olvidarse la diversión nocturna. Esa que da vida a las ciudades y que atrae a visitantes de muchas otras localidades.
El momento en el que el pregonero lee el pregón ante la tribuna de autoridades de la Puerta del Sol es uno de los momentos de nuestras fiestas que debemos guardar en la retina para siempre. Ese canto que sale de las entrañas para dar el pistoletazo de salida oficial a nuestra Semana Grande y que levanta tantos o más aplausos que un gol del Castellón. El Pregón es la mejor y más hermosa descripción de Castellón y su provincia que se puede puede ver durante todo el año. Toda la cultura, mitología y tradiciones de nuestra tierra están representadas en él.
Orgull de geneologia
La Romería a la Magdalena, ya lo dice nuestro Pregón, es «orgull de genealogia». Un sentimiento que solo entendemos aquí y que traslada por unas horas a la ciudad a sus orígenes, a las faldas de la ermita de la Magdalena. El Rotllo i Canya sonando ese tercer domingo de cuaresma por el camino a la montaña es una de esas cosas que erizan la piel. Una melodía que te hacen sentirte todavía más castellonense, algo que nos identifica con nuestras raíces y hace aflorar más que nunca nuestra vena más de la tierra.
Niños corriendo, jugando, tirando cohetes, comiendo tranquilamente sus ximos y su llonganissa seca son una de las imágenes que más buen rollo dan de la jornada de la Romería. Con permiso de la monumental paella que cada año hace las delicias de los paladares más exigentes. Cientos de personas se citan alrededor del masivo paellero para hacer fila y poder degustar este manjar tan típico. No son muchos los que saben elaborar la paella de forma adecuada fuera de las fronteras de la Comunitat Valenciana.
Ofrenda y Vítol
La tornà de la Romería es otro momento emocionante. Gracias a ella te metes más que nunca en la piel de nuestros antepasados a causa de la vivencia de hacer su mismo recorrido. Momento en el que, con su caña y su farol, descendieron por la montaña hasta llegar a asentarse en la Plana. Esa llegada a la Basílica de Lledó con la mascletà vespertina pone los pelos de punta a cualquiera. Siempre se corona el día de la Romería con el tradicional desfile de Gaiatas. Ese «Esclat de llum sense foc ni fum» que ilumina nuestras plazas durante los nueve días de las Fiestas y da calor a nuestros corazones durante el resto del año.
La Ofrenda a la Virgen del Lidón es otro momento que impone aunque no seas creyente. Sin embargo, es un acto acto abierto a toda la ciudadanía. Desfilar vestida de castellonera hasta la Basílica para dejar un ramo de flores a nuestra patrona es algo muy emocionante. Una experiencia que quién la vive guarda para siempre en el corazón. Ese precioso manto adornando la entrada a la Basílica durante los siguientes días es la mejor bienvenida que le podemos dar a la primavera desde la ciudad de Castellón.
El punto final a nuestra semana grande lo pone el Vítol. Ese grito desgarrado de las Reinas de las Fiestas desde el balcón del Ayuntamiento que cierra un ciclo y abre otro. El de la Magdalena del año siguiente. Cuando la ciudad volverá a despertarse y a ser luz, color y alegría durante nueve días mágicos que los castellonenses viven al 100%. Castellón no puede entenderse sin la las fiestas de la Magdalena. Un cóctel de emociones que pone patas arriba la ciudad durante unas jornadas inolvidables.