El TRAM o trolebús de Castellón se inauguró en 2008 en su trayecto desde el Grao hasta El Corte Inglés. No fue hasta 2014 cuando ya pudo completar todo su trayecto actual y llegar hasta la Universidad Jaume I. El proyecto costó 100 millones de euros al ayuntamiento que por aquel entonces dirigía Alfonso Bataller. Este sistema de transporte público supone unas pérdidas anuales de 1,3 millones de euros, según cálculos de la Generalitat Valenciana.
Una de las polémicas más grandes que se suscitaron a raíz de la obra realizada para la implantación del TRAM en Castellón es el carril que atraviesa el famoso Parque Ribalta. El Ayuntamiento pretendía que el convoy atravesara este pulmón verde de la ciudad. Se trata de un emblema castellonense. Muchos ciudadanos vieron casi como una profanación esta reforma. Finalmente, las obras se confirmaron como ilegales por parte tanto del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana como del Tribunal Supremo. Ambos tribunales dictaminaron que afectaban sin autorización a un Bien de Interés Cultural.
Un gran paso para el Grao
No cabe duda de que el TRAM fue un gran avance para todos aquellos estudiantes de la Universitat Jaume I provenientes del Grao de Castelló. La ciudad tenía una cuenta pendiente y era conectar su precioso distrito marinero con la UJI. Pero no se hizo ni de una forma barata ni eficiente. Las obras en el parque Ribalta fueron totalmente innecesarias y dañaron para siempre un emblema de la ciudad como es el parque Ribalta.
Un Bien de Interés Cultural no puede modificarse, no puede obrarse en él. Menos, si se tiene un mínimo de ética, para hacer pasar un trolebús contaminante por su interior. Aquello fue un absoluto despropósito del que sorprendentemente Alfonso Bataller y su equipo de gobierno salieron de rositas. Es inexplicable que este hecho no se llevara a los tribunales.
Los Bienes de Interés Cultural deben ser siempre cuidados, protegidos y respetados. Tanto por los ciudadanos como por las instituciones. Lugares como el Parque Ribalta hacen mejores a las ciudades. Las dota de un gran espacio de entretenimiento para niños y mayores y de una vegetación que es más que necesaria. Las altas temperaturas y el calor han evidenciado este verano la utilidad de los arbolados municipales. El Ribalta cuenta con un gran arbolado, parte del cual se tal se taló para hacer la vía por la que el TRAM debía haber transitado.
Nuestro Central Park
Además, el Ribalta cuenta con un precioso estanque donde ver patos y en el que los más pequeños se lo pasan de maravilla. Un lugar de esparcimiento que quedó desde aquel momento mancillado por las ganas de hacer de hacer negocio del Ayuntamiento. Una avaricia que acabó rompiendo el saco y enfadando a muchos ciudadanos que no entendían el porqué de ese sacrilegio.
En Magdalena, el Ribalta es el lugar elegido para acoger el Mesón de la Tapa y la Cerveza, donde cada día se reúnen miles y miles de castellonenses durante las fiestas. Un escenario icónico que representa lo más bello y bonito de la capital de la Plana. Como a mi me gusta decir, es nuestro particular Central Park. Ese lugar al que siempre quieres llevar cuando algún conocido de fuera visita la ciudad.
El Parque Ribalta de Castellón ya no volverá a ser lo que era, pero su esencia permanece y permanecerá siempre inalterable. Un lugar tranquilo en el que dar un romántico paseo con tu pareja o llevar a los niños a jugar. Antiguamente era el lugar de encuentro de los enamorados en la ciudad. En un tiempo en el que no había oferta televisiva ni cines, salir de paseo al Ribalta era la mejor opción-