Todo llega a su fin. Pero hay noticias que chocan más que otras por su importancia histórica en algún campo, y es esta es una de ellas. Ana Blanco, la mítica presentadora del Telediario de la 1, deja su puesto. Blanco se despide después de 30 años siendo una de las caras más visibles de la información en la cadena pública española. Pero no, a los 61 años todavía no le ha llegado el momento de la jubilación. Desde TVE van a asignarle a esta bilbaína que empezó como locutora de radio fórmula un nuevo programa, presumiblemente de actualidad.
Muchos la comparan con el genial Jordi Hurtado. El incombustible presentador del concurso más longevo de la televisión, Saber y Ganar. El presentador catalán, tras cumplir 65 años el pasado mes de junio anunció, que no tiene ninguna intención de jubilarse. El deseo de este televisivo incombustible es seguir al frente del programa cada tarde. Esa parece ser su «misión», como ya se advirtió en el divertido cameo que hizo en la primera temporada de la aplaudida serie «El Ministerio del Tiempo».
Jubilación y retiro
La jubilación de algunos de los rostros más conocidos de la televisión de los 90 y de los 2000 dará paso a una nueva generación. Profesionales que, para bien o para mal, también marcarán una época y será recordados por las generaciones actuales. Como ya apuntamos en un artículo anterior, aunque es cierto que las plataformas digitales de streaming están superando en popularidad, seguimiento y audiencia a la televisión analógica, nunca hay que menospreciar el poder de la mal llamada «caja tonta». La televisión sigue uniendo a la familia entorno al sofá para disfrutar de su programa favorito.
La televisión tiene un gran atractivo de unión y reunión de familias y amigos. Todos nos hemos juntado para ver con nuestros colegas la final de una Eurocopa o del Mundial de Fútbol. También solemos quedar para ver juntos alguna emisión de nuestro programa favorito. Ese que va superando el paso de los años y a pesar de ello sigue incombustible en la parrilla televisiva. Son ese tipo de momentos los que también crean conexiones especiales.
Esa sensación de saber que hay más gente que tiene los mismos gustos que tú y que compartís aficiones y sentimientos. También hay quedadas para ver Eurovisión entre los Eurofans o incluso para presenciar los debates electorales más caldeados. Nos gusta compartir y nos sentimos a gusto entre más gente que está en nuestra misma onda. Es muy importante el sentimiento de pertenencia en estos casos.
La tele y recuerdos imborrables
Alrededor de la tele pueden llegar a crearse recuerdos imborrables. Uno de ellos es el momento histórico que vivió una generación anterior en 1968, cuando el hombre pisó la luna por primera vez. Una hazaña nunca antes vista que aquellos que pudieron disfrutarla en vivo y en directo jamás podrán olvidar. Un recuerdo para siempre que han podido contar con orgullo y emoción a sus hijos y nietos.
Aunque se han hecho películas acerca de ese instante, como por ejemplo «The Martian», nunca será lo mismo que vivirlo en directo. Además, hay que añadirle el plus de presenciar algo así siendo niño, época en la que todo nos maravilla y nos asombra. Es una envidia sana la que tengo hacia esas personas privilegiadas que, ya de madrugada, permanecían despiertas siguiendo las hazañas de Neil Armstrong.
La televisión puede llegar a levantar pasiones. Aunque ya queda lejano el tiempo en que la primera edición de «Operación Triunfo» llegaba a congregar a casi 12 millones de espectadores frente a la pantalla. La caja tonta puede volver a recuperar su popularidad si hacen un profundo debate interno y reorientan su rumbo.