El tenista serbio Novak Djokovic lleva en boca de todos desde el pasado mes de enero. Por aquel entonces fue deportado de Australia por entrar al país para disputar el primer Grand Slam del año sin estar vacunado contra el coronavirus. El que fuera número 1 del mundo mantuvo una actitud beligerante. Tanto contra la organización del torneo como contra el propio gobierno australiano. El deportista consideraba que su libertad y sus derechos estaban siendo coartados.
La actitud del jugador y de su círculo cercano no fue la mejor en ningún momento. E incluso su padre llegó a decir que su hijo era «el Mesías» y que lo tenían secuestrado en el país austral. Algo que para nada era cierto. Su negativa a vacunarse siempre ha sido total. Tal decisión le ha imposibilitado participar en varios torneos. Uno de ellos es el US Open que se disputa estos días. La organización aseguró desde el primer momento que iba a cumplir la ley y que no podía aceptar la inscripción del serbio.
Polémica en Australia
Desde enero, cuando encabezaba la tabla de la ATP, Djokovic ha caído hasta el sexto puesto. El serbio debería hacer un ejercicio de autocrítica y comprender que no está por encima de ninguna ley por ser quien es. Las normas son las mismas para todos. Esta es una cabezonería que le va a costar su carrera. Además, va a dejar un mal recuerdo para una afición que ve un juego intachable en la pista pero una actitud tanto dentro como fuera de ella que dejan mucho que desear.
La carrera de Djokovic se ha visto muy mermada desde el inicio de la pandemia. Hay que recordar que ya en verano de 2020 organizó un torneo que fue polémico. Cuando la mayoría de países del mundo comenzaban a salir del confinamiento, el serbio dio que hablar. En dicho torneo no había límite de aforo ni obligación de usar la mascarilla. Además, Djokovic montó varias fiestas con el resto de jugadores que alarmaron a la opinión pública. Algunos de los tenistas presentes acabaron contagiados. Todos los focos se giraron hacía Djokovic, que no se sentía culpable de nada.
Parece que la máxima de Djokovic siempre ha sido «que hablen mal, pero que hablen». Algo que tiene sus pros y tiene sus contras. Desde luego, con este tipo de actitudes se ha ganado el desprecio de buena parte del circuito ATP y de los espectadores. Es inevitable ver en él a una persona egoísta y altamente irresponsable, que sólo busca su bien. No le importa el bienestar del resto. Sólo espera lograr sus objetivos al precio que sea y caiga quien caiga.
Laver Cup
La próxima vez que veremos a Djokovic será el próximo mes de septiembre, cuando le veremos formando parte del Team Europe. El torneo se disputará en Londres del 23 al 25 de septiembre y podremos verle junto a Nadal, Federer y Murray. El conocido como «Big Four» volverá a compartir cancha después de varios años sin coincidir.
Allí veremos si Djokovic se ha serenado y ha recapacitado acerca de su imprudente actitud. Algo que no parece para nada probable. No es capaz de darse cuenta de sus errores y subsanarlos pidiendo perdón a aquellos a los que haya podido afectar. Él no se equivoca.
De conseguir la victoria en el US Open, Rafa Nadal ampliaría su leyenda. El jugador balear se haría con el Grand Slam número 23 y conseguiría llegar de nuevo a la cima de la ATP. El balear, que va a ser padre próximamente, sabe que el final de su carrera está cerca. Aún así, no dejará de darnos sonadas alegrías hasta el último día.