El Chringuito ha comenzado este mes de septiembre una nueva temporada y lo ha hecho con un reencuentro muy esperado, el de Josep Pedrerol y la periodista Cristina Cubero. Ambos han vuelto a verse las caras después de la gran bronca que tuvieron hace cinco años. Aquella discusión en directo acabó con la catalana abandonando abruptamente el polémico programa deportivo.
Pedrerol afirmó que había vuelto a ver el tenso momento que vivieron y reconoció que se palpaba la violencia y que ha aprendido de todo aquello. Por su parte, Cubero aseguró que estaba feliz de reencontrarse con algunas personas a las que quiere. La periodista agradeció todos los mensajes de aquellas personas que se alegraban de su regreso al formato de Atresmedia.
Un esperado regreso
Ahora, Cubero inicia una nueva etapa en el programa dirigido por Pedrerol. Su abandono tuvo lugar después de la comentada discusión. Durante un debate, el periodista catalán acusó a Mundo Deportivo, periódico en el que trabaja Cubero, de atacar a «El Chiringuito». Durante la discusión, Cubero señaló a Pedrerol afirmando que manipulaba.Esta acusación a él le sentó muy mal porque, tal y como ha reconocido, «es lo peor que se puede decir a un periodista».
¿Cuánto durará esta andadura? ¿Romperá la periodista catalana Cristina Cubero aquel maléfico dicho que reza que segundas partes nunca fueron buenas? Sólo el tiempo lo dirá. Lo que no cabe duda es que «El Chiringuito» seguirá dando que hablar durante esta temporada por sus polémicas y por sus salidas de tono.
El periodismo deportivo se encuentra más denostado que nunca en nuestro país. Pone en un segundo plano la información para centrarse en el espectáculo. El bufandismo impera en las tertulias radiofónicas y televisivas. No importa dar una información veraz, importa simplemente entretener al espectador y darle carnaza. No tienen en cuenta el derecho a la información que tienen los ciudadanos. Sólo se nutren de carroña informativa que de poco sirve.
En vez de centrarse en el análisis deportivo de la jornada de Liga, se dedican a echar pestes de jugadores, entrenadores y árbitros. No son objetivos. Cada uno tiene sus colores y por tanto nunca podrán decir que los suyos han hecho algo mal. Para ellos siempre serán los mejores y habrán merecido ganar. Eso no es siempre así. Hay ocasiones en las que un equipo hace, por las razones que sean, un partido desastroso. Y hay que decirlo.
Objetividad y rigor
Un jugador puede tener un mal día y hacer un partido malo. No hay que crucificarle, pero tampoco esconderlo. Es lo que es. Un mal partido. No sabemos las circunstancias personales y privadas de ese jugador para que su rendimiento llegue a ser tan pobre. Debemos ser objetivos y constructivos en la crítica hacia cualquier deportista. Lo dan todo en cada competición y es lo mínimo que podemos hacer.
Tampoco debemos inmiscuirnos en la vida privada de los deportistas. Por más que creamos que puede estar afectando a su carrera. Es una parcela privada y así debe seguir siendo. Algunos periodistas se quejan de que los deportistas no los respetan. Estos profesionales deberían mirarse en el espejo y preguntarse si ellos están dando ese respeto que piden. La respuesta en la gran mayoría de los casos será no.
Algunas preguntas que realizan los periodistas pueden llegar a estar fuera de lugar, motivo por el cual algunos deportistas ponen mala cara. Pueden llegar a contestar más que brevemente o incluso dejar la pregunta sin respuesta. Esto es lo que se ganan cuando un periodista no hace bien su trabajo. Respetemos a todos los deportistas y no interfiramos en su esfera privada. Igual así nos va mejor.