El GP de Italia terminó antes de lo previsto para Fernando Alonso, concretamente en la vuelta 33. El abandono se produjo después de que Alpine le obligara a volver a boxes para retirarse de la carrera tras detectar algún problema en su monoplaza. El asturiano ya se había estado quejando por radio al equipo francés de que el coche no iba como debía. Alonso notaba que el monoplaza no daba toda la energía, pero desde el muro le decían que todo estaba bien.
Tras el abandono, el bicampeón español salió a atender a los medios y aseguró que, aunque todavía no sabían a ciencia cierta que es lo que había ocurrido, todo indicaba que fue un fallo con la presión del agua lo que obligó a parar el monoplaza. «En la radio no me querían decir que tenía un problema», afirmó el español, contrariado. De esta forma terminó una racha de 10 carreras en las que Alonso siempre había finalizado en los puntos.
Un divorcio inevitable
La de Fernando Alonso y el equipo Alpine es una relación rota totalmente. Los franceses no han dejado de menospreciar a Fernando durante toda la temporada. Esto, mientras no dejan de ensalzar a su compañero de equipo, el francés Esteban Ocon. El galo siempre es el primero en disfrutar de todas y cada una de las mejoras que se van añadiendo al coche. Fernando, todo un bicampeón del mundo, es el segundo plato de Alpine. El equipo francés se está convirtiendo en el hazmerreír del Gran Circo.
Ven en Alonso a un piloto «viejo» del que ya no pueden sacar ningún tipo de rendimiento. Algo que no es así. A pesar de sus 41 años, Alonso sigue siendo competitivo y uno de los mejores pilotos de la parrilla. Con un coche mediocre, con el que obviamente no se puede luchar por ganar el mundial, Alonso logra lo imposible. Coloca el monoplaza en la zona de puntos haciendo un truco de magia cada domingo sobre la pista. Sus manos son de oro yb todos los aficionados y los expertos del mundo del motor lo saben.
Alonso, simplemente mágico
Nadie mejor que él para hacer de un coche nefasto un diamante en bruto. La experiencia del español y sus ganas de arrasar sobre la pista hacen que de lo mejor de sí a la hora de desarrollar un coche. Los años van pasando y llegan nuevos pilotos a la Fórmula 1, pero Fernando Alonso sigue ahí para demostrarles quién es el mejor. Sus carreras son mágicas y siempre levanta del sofá a todos los aficionados, que no pueden estar más orgullosos de él.
Alonso siempre demuestra que por él no pasan los años. No se extinguen ni su magia al volante ni sus ganas de ganar y demostrar que es el mejor. Su objetivo principal es ese. Que tanto la prensa como los aficionados sean conscientes que el mejor piloto de la historia, la verdadera mano de Dios, es él. En muchas de las carreras Fernando es elegido «driver of the day» debido a sus grandes actuaciones en la pista. Muchas veces consigue acabar en la zona de puntos tras partir en la zona trasera de la parrilla.
La Fórmula 1 debería igualar las prestaciones de todos sus monoplazas para que de verdad brillen en todo momento las manos de los pilotos. De esta forma, podremos ver realmente quien es el mejor. Y ese es Alonso. Una vez más, la carrera la ganó Max Verstappen con su Red Bull, que se encamina raudo y veloz hacía su segundo título mundial. Al holandés le siguieron el Ferrari de Charles Leclerc y de George Rusell con Mercedes. El español Carlos Sainz finalizó en cuarta posición.